viernes, 7 de julio de 2017

El tándem Rusia-China altera el poder global
Ray McGover - ConsortiumNeww - 3 de julio de 2017 (Nuestro Hombre de la CÍA)


( La arrogancia oficial de Washington al intentar empujar a Rusia y China ha unido a los dos países, creando una peligrosa nueva dinámica en las relaciones internacionales, explica el ex analista de la CIA, Ray McGovern, que trabajó en esa agencia durante 27 años, una de sus funciones era analizar e informar sobre las relaciones sino-soviéticas. Colateralmente, el ex analista de la CIA nos trae acá un tema interesante: Rusia y China capitalistas no tienen la hostilidad mutua de su época previa "socialista".¿Por qué? )

Los líderes rusos y chinos están ocupados comparando notas, coordinando su encuentro con el presidente Donald Trump en la cumbre del G20 en Hamburgo este fin de semana. Ambas partes anunciarán el avance en los lazos entre los dos países, que han mejorado en los últimos años, cuando el presidente chino Xi Jinping visita Moscú en su camino hacia el G20. Y no es  humo; Hay mucha sustancia detrás de la retórica.

Sea que Washington reconozca oficialmente o no el gradual pero profundo cambio en la relación triangular de Estados Unidos con Rusia y China en las últimas décadas, lo que está claro es que Estados Unidos ha sido el gran perdedor.

 Atrás han quedado los días en que Richard Nixon y Henry Kissinger se aprovecharon hábilmente de la rivalidad chino-soviética y azuzaron a los dos países uno contra otro, extrayendo concesiones de cada uno. Lenta pero seguramente, la ecuación estratégica ha cambiado y el acercamiento chino-ruso señala un cambio tectónico que empuja en detrimento de Washington, un cambio en gran parte debido a las acciones estadounidenses que han acercado a los dos países.

 Pero hay pocas señales de que los políticos de los Estados Unidos de hoy tengan la suficiente experiencia e inteligencia para reconocer esta nueva realidad y entender las importantes implicaciones para la libertad de acción de los Estados Unidos. Menos aún es probable que aprecien cómo este nuevo nexo puede jugar en tierra, mar y aire.En cambio el gobierno de Trump en la misma línea de Bush y Obama, se comporta con arrogancia y como "dueño y señor" lanzando misiles contra Siria y derribando sus aviones, sobrevolando Ucrania y despachando fuerzas navales al Mar de China.

 Pero tengamos esto en cuenta: pronto será posible encontrarse con un desafío chino a "los intereses de EE.UU." en el Mar de China y hasta en el Estrecho de Taiwan, en tándem con un choque entre Estados Unidos y Rusia en el cielo sirio o una confrontación en Ucrania.Pero falta de experiencia o de inteligencia puede hasta ser un juicio demasiado generoso. Es más probable que el comportamiento de Washington derive de una mezcla de ingenuidad, y el perdurar de la tradicional excepcionalidad del monopolio de las armas, que lleve al Pentágono y otros actores del "estado profundo" a frustrar cualquier distensión en las relaciones con Rusia o China. Después de todo, despertar el temor ante Rusia y China es un método verdaderamente probado para asegurar que el próximo portaaviones, u otro onerosos sistema de armamento, al final se construya.Es casi como en los viejos tiempos cuando los militares estadounidenses consiguieron el presupuesto para pelear guerras simultáneas en múltiples frentes. En las últimas semanas vimos estas cosas::- El destructor de misiles guiados USS Stethem navegó a 12 millas náuticas de la isla Tritón (Paracel), reclamada por los chinos, Mar de China Meridional. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China calificó de inmediato esta "una seria provocación política y militar".  [la Isla Tritón, de las Islas Paracel, está administrada por China pero disputada entre China y Vietnam].- Los Estados Unidos anunciaron la semana pasada una venta de armas de 1.400 millones de dólares a Taiwán, sancionaron a un banco chino por su comercio con Corea del Norte y calificaron a China como el peor traficante de personas del mundo.- El 20 de junio, el presidente Donald Trump envió un tweet condescendiente indicando que, a petición suya, China había intentado ayudar sin lograrlo, a restringir el programa nuclear de Corea del Norte: "No ha funcionado. Al menos sé que China lo intentó". (A lo largo de los siglos, los chinos han tenido muy una mala experiencia con la condescendencia occidental.)Preocupación común: defensa contra misilesEn vísperas de su llegada a Moscú, Xi dio una entrevista a la agencia de noticias TASS de Rusia, en la que se centró en la defensa antimisiles, un tema particularmente cercano al corazón de Vladimir Putin. Xi se centró en el despliegue estadounidense de misiles de defensa de área de alta altitud terminal (THAAD) a Corea del Sur que "perturba++ el equilibrio estratégico en la región" y amenazar los intereses de seguridad de todos los países de la región, incluyendo Rusia y China.Xi reiteró también que Pekín está instando a Washington y Seúl a que retiren la presión militar sobre Corea del Norte, e incluso puede esperar que el nuevo presidente de Corea del Sur reaccione con más sensatez que su predecesor que autorizó el despliegue de THAAD, un posible ataque preventivo. [En un seminario en la Web en febrero, el profesor J. J. Suh y yo discutimos el THAAD en la perspectiva histórica de los sistemas de defensa antimisiles.]Hace menos de un mes, Putin y Xi se reunieron en  Astana capital de Kazajstán aparte en una cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai. Putin dijo que la reunión bilateral en Moscú sería "un acontecimiento importante en las relaciones bilaterales". "Por tradición, aprovechamos todas las oportunidades para reunirnos y debatir las relaciones bilaterales y la agenda internacional".Si por "tradición" chino-rusa pretende describir relaciones más atrás de tres décadas, exagera. No siempre fue así. Una retrospectiva de medio siglo sobre las vicisitudes de las relaciones entre Rusia y China ilustra el difícil camino que han seguido. Más importante aún, sugiere que no es probable esto se evapore en el corto plazo.Al igual que las placas geológicas subterráneas que se desplazan lentamente por debajo de la superficie, los cambios de inmensas repercusiones políticas pueden ocurrir tan gradualmente que son imperceptibles, hasta el terremoto. Como principal analista soviético de la CIA en las relaciones sino-soviéticas en los años sesenta y principios de los setenta, tuve un "catbird seat" [lugar de privilegio, butaca en primera fila] viendo las señales después de una intensa hostilidad entre Rusia y China y cómo Nixon y Kissinger pudieron explotarla a favor de Washington .Los agravios entre los dos vecinos asiáticos incluyeron el los casos de tierras irredentes: China reclamó 1.5 millones de kilómetros cuadrados de Siberia tomados por Rusia bajo lo que China llamó "tratados desiguales" que datan de 1689. Esto había llevado a enfrentamientos armados durante las décadas de 1960 y 1970 a lo largo de la larga frontera ribereña en que las islas fueron reclamadas por ambas partes.A finales de los años sesenta, Rusia reforzó sus fuerzas terrestres cerca de China de 13 a 21 divisiones. En 1971, el número había crecido hasta 44 divisiones y los líderes chinos comenzaron a ver a Rusia como una amenaza más inmediata para ellos que los Estados Unidos, que habían luchado contra las tropas chinas durante la Guerra de Corea en la década de 1950 y se negaron a reconocer diplomáticamente a los líderes comunistas del país manteniendo la ficción de que los nacionalistas de Chiang Kai-shek en Taiwán seguían siendo el gobierno legítimo de China.Henry Kissinger visitó Beijing en 1971 para arreglar la visita del presidente Richard Nixon el año siguiente. Lo que siguió fue una diplomacia altamente imaginativa orquestada por Kissinger y Nixon para explotar el miedo mutuo que China y la URSS mantenían el uno hacia el otro y el imperativo que cada uno tenía de competir por mejores lazos con Washington.Diplomacia triangularLa acertada explotación de Washington de su posición relativamente fuerte en la relación triangular ayudó a facilitar acuerdos importantes de control verificables de armamentos entre los Estados Unidos y la URSS y el Acuerdo de Cuatro Poderes sobre Berlín. La URSS incluso llegó a culpar a China por impedir una solución pacífica en Vietnam.Fue uno de esos momentos felices en los que los analistas de la CIA pedimos deshacernos de la actitud de perro del hortelano que a menudo nos vimos obligados a adoptar.  Podríamos de buena fe hacer una crónica de los efectos del enfoque estadounidense y concluir que estaba teniendo el efecto deseado. Porque así fue.La hostilidad entre Pekín y Moscú era muy clara. A principios de 1972, entre las primeras cumbres del presidente Nixon en Beijing y Moscú, nuestros informes analíticos subrayaron la realidad de que la rivalidad sino-soviética era, a ambos lados, un fenómeno altamente debilitante psra ellos.No sólo los dos países perdieron los beneficios de la cooperación, sino que cada uno se sintió obligado a dedicar un Enorme esfuerzo para anular las políticas de la otra. Una dimensión significativa se había añadido a esta rivalidad como los EE.UU. se movió para cultivar mejores relaciones simultáneamente con ambos. Los dos se vieron en una carrera crucial para cultivar buenas relaciones con los EE.UU.Los dirigentes soviéticos y chinos no podían dejar de notar cómo todo esto había aumentado la posición de Estados Unidos en la negociación. Pero nosotros, los analistas de la CIA, los vimos como cimentados en una intratable relación adversaria por un conjunto de creencias  y emociones profundamente sentidas, en las cuales los factores nacionales, ideológicos y raciales se reforzaban mutuamente. Aunque los dos países reconocían el precio que estaban pagando, ninguno parecía capaz de ver una salida. La única perspectiva de mejora, sugerimos, era la esperanza de que surgieran líderes más sensatos en cada país. Pero parecía ser una expectativa ilusoria en ese momento.En eso estábamos equivocados. Los sucesores de Mao Zedong y Nikita Khrushchev demostraron tener cabezas más frías. Los Estados Unidos, bajo la presidencia de Jimmy Carter, finalmente reconocieron al gobierno comunista de China en 1979 y la dinámica de las relaciones triangulares entre los Estados Unidos, China y la Unión Soviética cambió gradualmente cuando las tensiones entre Beijing y Moscú se distendieron.
Sí, tardaron años en deshacerse de la desconfianza, pero a mediados de los ochenta los analistas advirtieron a los políticos que la "normalización" de las relaciones entre Moscú y Pekín ya había ocurrido lenta pero seguramente, pese a las demandas chinas de que tal cosa sería imposible a menos que los rusos concediesen todos sus reclamos. Por su parte, los líderes soviéticos se encontraban más cómodos operando en el ambiente triangular y ya no estaban sufriendo los malos  efectos de una carrera a cabeza con China, y desarrollaron mejores relaciones con Washington.Una nueva realidadAún así, pocos se imaginaban que en octubre de 2004 el presidente ruso Putin visitaría Beijing para finalizar un acuerdo sobre cuestiones fronterizas y alardear que las relaciones habían alcanzado "alturas sin precedentes". También firmó un acuerdo para desarrollar conjuntamente las reservas energéticas rusas.Una Rusia revitalizada y una China modernizada comenzaron a ser un potencial contrapeso a la hegemonía estadounidense como superpotencia unilateral mundial, reacción que Washington aceleró con sus maniobras estratégicas de rodear a Rusia y China con bases militares y alianzas adversarias, presionando a la OTAN hasta las fronteras de Rusia y el "pivote asiático' de Obama.El golpe en Ucrania el 22 de febrero de 2014 respaldado por Estados Unidos marcó un punto de ruptura histórico, mientras Rusia finalmente respondió aprobando la petición de Crimea para la reunificación y dando asistencia a los rebeldes rusoparlantes en el este de Ucrania que resistieron el régimen golpista en Kiev.En la escena global Putin desarrolló el acuerdo energético previo con China, incluyendo un contrato de 30 años de gas natural por valor de 400.000 millones de dólares. La medida le ayudó a demostrar que las sanciones económicas de Occidente luego de lo de Ucrania eran apenas una pequeña amenaza para la supervivencia financiera de Rusia.A medida que la relación Rusia-China se volvía más próxima, los dos países también adoptaron posiciones notablemente congruentes en los puntos calientes internacionales, incluyendo Ucrania y Siria. La cooperación militar también aumentó constantemente. Sin embargo, un fuerte consenso en el gobierno y el mundo académico de Estados Unidos continúa sosteniendo que a pesar de la marcada mejoría en los lazos entre China y Rusia, ambas tienen más interés en desarrollar buenas relaciones con Estados Unidos que entre sí.La conocida frase deportiva dice que "esto no se acaba hasta que la gorda cante", pero sobre este tema el sonar del canto es bastante claro. El día en que los Estados Unidos juegan poniendo a China y Rusia una contra otra, ya no está más.


 Uno quizás puede esperar que alguien en el gobierno de los Estados Unidos informe al Presidente Trump que sus colegas rusos y chinos están cantando esencialmente el mismo cancionero, y es el resultado no deseado de arrogantes errores de cálculo de sus predecesores. Las implicaciones para la seguridad nacional de Estados Unidos son enormes

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